Se dice que no existe niño que nazca con poco apetito. Cada uno de nosotros llega al. Mundo con un instinto natural de supervivencia, y esto requiere comer. Sin embargo, si tu bebé se ha convertido en un pequeño con poco apetito, aquí encontrarás algunas sugerencias sobre qué comportamientos evitar y qué hacer para que coman de manera saludable y con apetito nuevamente. En los bebés, los problemas con la alimentación suelen estar relacionados con la inmadurez del tracto digestivo
En los bebés, los problemas con la comida suelen estar relacionados con el sistema inmunitario del tracto digestivo. Esto se manifiesta, por ejemplo, con regurgitación, con gases y cólicos. En niños más mayores, los problemas con la comida generalmente se deben a la atmósfera que se crea alrededor de las comidas. Es posible que se produjera en el pasado alguna situación que ahora haga que tu hijo o hija coma poco y de mala gana. ¿Cómo animarle a comer?
A continuación, te daremos algunos consejos útiles:
Intenta no etiquetar a tu pequeño como un bebé `mal comedor´. Los bebés imitan perfectamente las proyecciones que creamos sobre ellos. Debemos evitar decirles cosas como: eres travieso, desaliñado o desordenado. En cambio, es mucho más sano decirles: `no me gusta tu comportamiento´, `lamento que no quieras lavarte´, `cumple tu palabra y ordena tu habitación´. Una vez que se ha creado la etiqueta, es difícil subsanarlo. `Poco comedor´ es también una etiqueta de este estilo y, además, muy injusta ya que probablemente tú fuiste la responsable o el responsable de los problemas de alimentación de tu hijo.
Debes considerar si tu hijo realmente come poco ya que, ¿cuánto es `muy poco´? Come casi las mismas cosas que los adultos, aunque no en las mismas cantidades. Si le das cantidades demasiado grandes para él, se desanimará cada vez que vea el plato por no poder comérselo, se sentirá avergonzado delante de sus padres por ello y, como resultado, comer no le será nada agradable.
¿Realmente tu hijo come poco? ¿O es sólo tu impresión? Recuerda que un plátano, una torta de arroz o un plato de puré son porciones bastante grandes para un niño pequeño. Ten en cuenta todo esto a la hora de analizar la comida de tu pequeño.
Estamos acostumbrados a hacer 3 comidas grandes durante todo el día. Sin embargo, durante años, los nutricionistas nos han dicho que hacer 5 comidas más pequeñas es una mejor opción. Esto funciona muy bien con lo niños, añadiendo un segundo desayuno o un té por la tarde; no tiene por qué ser un gran bocadillo, si no que unos cuantos albaricoques secos, una manzana o un puré de frutas también pueden ser una comida. También puedes dividir la cena en dos comidas: la primera una sopa, por ejemplo y, la segunda comida, dársela a la hora o dos horas. De esta manera, tu bebé no se desanimará por el tamaño de las comidas y comerá cada plato con más ánimo.
Si tu hijo no ha querido comerse la sopa, no debes darle un snack una o dos horas antes de la comida. Las comidas insanas deberían ser desterradas por completo. Si la abuela le dio un dulce al niño, se llenó de un bollo de pan durante el paseo y bebió un zumo, es normal que después no tenga hambre. Con esto, no queda espacio para las saludables verduras o la leche.
No le des comida a tu hijo mientras esté jugando o viendo la televisión. Hay un tiempo para jugar y otro para comer. No lo distraigas con la esperanza de poder darle brócoli o zanahoria mientras está pendiente de otra cosa. Los hábitos alimenticios correctos deben desarrollarse desde el principio; así, tu hijo debe aprender a comer conscientemente lo antes posible, sabiendo qué come y cuánto come.
Comer es un gran placer. Cuando comenzamos a usar la fuerza física o mental, el niño deja de disfrutar mientras come. No es bueno que le obligues a quedarse en la mesa `hasta que te lo comas todo´, o uses la vieja frase `ahora vamos con la abuela´. Es posible que tu hijo no quiera comer y lo estés poniendo de esta manera en una situación en la que la salud de la persona que quiere depende de que coma o no coma y esto es una responsabilidad demasiado grande.
Déjale que elija qué quiere comer, siempre dentro de una medida razonable. Si, por ejemplo, los plátanos son la única fruta que quiere comer durante toda la semana, está bien, déjale comer plátanos. Puede ser que a la semana siguiente le apetezca comer manzana. Cuando durante un día sólo come patatas y se niega a comer carne, no sirve de nada insistir. Su salud no va a empeorar y quizás, de esta manera, puedan desaparecer sus impresiones negativas respecto a la comida.
La cena no tiene por qué significar patatas, carne y ensalada una y otra vez. Prueba a hacer cosas nuevas, diferentes y especiales. ¿Quizás una cacerola de verduras? ¿Coliflor hervida? ¿Bolitas de pescado? Así, tu hijo se encontrará con un nuevo aspecto, olor y textura, lo que puede hacer que se anime a comer.
No le des nada de beber durante la comida, ya que de esta manera se le llenará la barriga y te costará incitarle a comer sopa o arroz, por ejemplo.
Recuerda que la forma en la que sirvas la comida también importa. Asegúrate de que el plato sea colorido y divertido: maíz amarillo, pimiento rojo, pepino verde. ¿Qué tal si le das a tu pequeño un sándwich con forma triangular? ¿O una cara sonriente en una tortita hecha con queso? ¡Por qué no! Recuerda que en las tiendas existen una gran variedad de coloridos cuencos, platos y cubiertos, úsalos.
Trata de hacer una o dos comidas al día con tu hijo. Esto establecerá vínculos familiares y hará que tu pequeño vea que sus padres también comen coles de Bruselas; el ambiente será agradable y divertido, ya que es mucho mejor comer acompañado que sólo. Crea un ambiente cómodo, divertido y disfruta de la comida. Además, te recomendamos que te relajes y no te preocupes por si algo se cae o ensucia. Deja que tu hijo vea que comer es una actividad agradable y placentera y no una obligación molesta que se hace `por el bienestar de su madre´.
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